Me pongo a pensar y nunca te dije “te amo”. Nunca te di los
suficientes abrazos que te merecías. Nunca te dije que eras el mejor abuelo del
mundo. Nunca te di las gracias por lo que hacías por mí. Por las veces que me
dabas plata sin que te pida nada. Nunca te pedí perdón por enojarme tanto con
vos, por gritarte, por ignorarte, por no contestarte.
Te extraño. Extraño verte regando el césped de la casa. Extraño verte jugando
con Serafina. Extraño verte hablando con la Pepa. Extraño ir a la cocina y
verte sentado con tu vino mirando Tom y Jerry o algún documental en NatGeo.
Extraño tus “Hola Negra” cuando llegabas del trabajo. Extraño verte paradito en
la cocina. Extraño los Domingos que hacías asado y escuchábamos tu música
(todavía sigo poniendo tus cds y me sé la mayoría de las canciones, felicítame).
Extraño escucharte reír. Extraño tu risa. Extraño tu voz. Extraño que vengas y
me des esos abrazos sin razón y que no me soltabas más. Extraño escucharte
pelear con la abuela por cosas tontas. Extraño que le digas “Mami” y ella te
diga “Hijo”. Extraño que llegues de comprar y ver que compraste comida como
para dos años. Extraño que en Navidad hayan ochocientos budines porque a vos te
gustaban. Te extraño en Navidad y Año Nuevo. Cuando íbamos a caminar y
volvíamos, vos estabas paradito afuera de la casa mirando todo (y si presto
mucha atención, a veces te imagino ahí todavía). Extraño tu olor. Cigarrillo
mezclado con tu perfume. TU olor.
Te extraño horrores y te necesito más que a nadie. Por eso
hoy te digo que te amo como nunca y sos, y siempre vas a ser, el hombre de mi
vida. Te mando los millones de abrazos que en estos cuatro años quise darte,
espero que los recibas tan lindos y fuertes como quiero dártelos.
Meli.
No hay comentarios:
Publicar un comentario